Un niño de escasos cinco años de edad, perteneciente a la etnia indígena Wayuu, asentada en el departamento de La Guajira, contó que él trabaja para poder comer y alimentar también a sus padres.
Así lo aseguró el periodista guajiro Ghilber Pimienta, a través de los acostumbrados mensajes de WhatsApp mediante los cuales comparte información diariamente con sus compañeros de profesión.
Según Pimienta, el pequeño relató la historia sobre el trabajo que realiza vendiendo manillas en la Calle Primera o Avenida 'La Marina', del Distrito Especial, Turístico y Cultural de Riohacha.
A las 5:00 de la tarde inicia la jornada laboral del pequeño cuyo nombre, por obvias razones, debe mantenerse en reserva. Su labor se extiende hasta las 12:00 de la noche.
El niño, que vende manillas en la zona turística de Riohacha expresó que "cuando llegó a trabajar a la Avenida Primera aún no había comido nada". Indicó que tiene hambre y que tan pronto venda las primeras manillas iría comer pollo en un negocio ubicado en la misma zona, conocida como 'El Callejón de Las Brisas".
Después de comer, el resto del dinero que obtiene por la venta de las manillas se lo llevará a sus padres que se encuentran durmiendo en la ranchería, - afirmó el niño -, que desde temprana edad tiene la "responsabilidad" de trabajar, no sólo para alimentarse él, sino alimentar también a sus progenitores.
Así lo aseguró el periodista guajiro Ghilber Pimienta, a través de los acostumbrados mensajes de WhatsApp mediante los cuales comparte información diariamente con sus compañeros de profesión.
Según Pimienta, el pequeño relató la historia sobre el trabajo que realiza vendiendo manillas en la Calle Primera o Avenida 'La Marina', del Distrito Especial, Turístico y Cultural de Riohacha.
A las 5:00 de la tarde inicia la jornada laboral del pequeño cuyo nombre, por obvias razones, debe mantenerse en reserva. Su labor se extiende hasta las 12:00 de la noche.
El niño, que vende manillas en la zona turística de Riohacha expresó que "cuando llegó a trabajar a la Avenida Primera aún no había comido nada". Indicó que tiene hambre y que tan pronto venda las primeras manillas iría comer pollo en un negocio ubicado en la misma zona, conocida como 'El Callejón de Las Brisas".
Después de comer, el resto del dinero que obtiene por la venta de las manillas se lo llevará a sus padres que se encuentran durmiendo en la ranchería, - afirmó el niño -, que desde temprana edad tiene la "responsabilidad" de trabajar, no sólo para alimentarse él, sino alimentar también a sus progenitores.
Comentarios
Publicar un comentario